A comienzos de septiembre, el mar es un cálido vientre azul de superficie espejeante. El rítmico balanceo y chapoteo de las olas son los latidos de la gran madre. Todo es calma y paraíso, hasta que alguien señala un bulto oscuro que se acerca, y en la playa se oye otra patera. Algunos piensan, aunque quizá no se atrevan a verbalizarlo: ¡qué fastidio!, con lo tranquilos que estábamos y vienen éstos a jodernos las vacaciones. La mayoría, quiero pensar que es así, intenta comprender a .........
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