El objetivo fundamental de la investigación científica es mejorar nuestro conocimiento del mundo de los hechos; y el de la investigación tecnológica es mejorar nuestro control sobre los hechos. Dicho conocimiento y control se basan en leyes que, a su vez, entrelazan teorías que no son sino reconstrucciones conceptuales (mapas) de la realidad. Así pues, el proceso creador de la ciencia arranca del reconocimiento de problemas y culmina con la construcción de sistemas de ideas muy compactas, a saber, las teorías. Todo lo demás es aplicación de las teorías: a la explicación y predicción de los hechos (ciencia pura) o a la acción (ciencia aplicada).
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