En el artículo anterior (El efecto Lucifer, el porqué del mal,) decíamos que el problema del mal no viene, principalmente, de genes, antecedentes hereditarios, factores caracterológicos o defectos de la personalidad sino, más bien, depende de las situaciones, de contextos conductuales: presión del grupo, identidad con el grupo, fijación en el momento, orígenes y modelos sociales, compromiso con una ideología, sometimiento al mando. Podríamos decir que los torturadores no nacen, se hacen.
lunes, 8 de diciembre de 2014
El efecto Lucifer II
diciembre 08, 2014
Revista Mentes Inquietas Vitoria-Gasteiz
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En el artículo anterior (El efecto Lucifer, el porqué del mal,) decíamos que el problema del mal no viene, principalmente, de genes, antecedentes hereditarios, factores caracterológicos o defectos de la personalidad sino, más bien, depende de las situaciones, de contextos conductuales: presión del grupo, identidad con el grupo, fijación en el momento, orígenes y modelos sociales, compromiso con una ideología, sometimiento al mando. Podríamos decir que los torturadores no nacen, se hacen.
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