sábado, 10 de enero de 2015

Son nuestras hijas, son nuestros hijos.


 
 Tiene 25 años y dos ciclos formativos de Formación Profesional. Uno de Grado Medio y otro de Grado Superior. Quiere trabajar y está dispuesto a adaptarse a estos tiempos de desregulación laboral. De hecho, está trabajando en la actualidad en una empresa “de toda la vida” de Vitoria, contratado por una ETT en contratos mensuales. Es mi hijo, es nuestro hijo. Pero ante todo es el hijo de toda nuestra sociedad. Como toda la juventud en su conjunto.
   Nuestros abuelos y abuelas, nuestros padres y madres, vinieron de la aldea a la ciudad porque tenían un futuro: un trabajo regular y estable, con derechos, y unos servicios sociales públicos asegurados, tales como la educación para sus hijos y la sanidad, así como  .......

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