
abril 03, 2019

Revista Mentes Inquietas Vitoria-Gasteiz
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En aquella fresca mañana del 15 de julio arrancaron
los autobuses. Ninguna de las personas que participábamos en la Caravana a
Grecia, teníamos presente en aquel momento a Epicuro. Pero era un pensamiento parecido al suyo el
que nos empujaba hacia la ciudad en la que él había establecido su escuela. 2016 había sido un año especialmente sacudido por las tragedias de los refugiados. Mujeres y hombres que huían de la guerra y que trataban de sobrevivir buscando escenarios más acogedores. Algunas lo conseguían; otras muchas, morían en el intento o quedaban atrapadas en las redes que había diseñado Europa para contenerlas. Era el sueño elemental al que aludía el Maestro de Samos cuando planteaba el derecho de toda persona a vivir en condiciones placenteras. Más aún, según él: “El placer es el fin de nuestra vida”
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