Este ejercicio de “hacerse preguntas” está ligado a la racionalidad de los seres humanos. Hasta aquí puede entenderse, sin mayores problemas, esta facultad que tenemos de plantearnos diversas cuestiones.
Es en la gestación de respuestas a esas preguntas, donde las cosas empiezan a complicarse. Conducir la razón a situaciones y extremos que adolecen de lógica o sentido común no es prudente, ni sano.
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