Hoy en día la cárcel, ese espacio de impunidad y castigo, cumple importantes funciones de legitimación del Estado como supuesto garante
de la seguridad ciudadana y para ello no duda en utilizar el lado cruel y violento que llevamos dentro todos los seres humanos.
La historia de la humanidad lo confirma
y recoge básicamente tres prototipos de poder punitivo: la familia, el soberano
y la sociedad.
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