El ocho de marzo ha constituido un grito universal de las
mujeres para decir al mundo que todavía no son ciudadanas de pleno derecho. La adhesión
a la declaración universal de los derechos humanos de la ONU parece no ser
suficiente imperativo para que los estados firmantes potencien y protejan el derecho
de las mujeres a la educación, el sufragio, la libertad en todas sus
modalidades, la integridad física y psicológica, la sanidad…
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