Dicen que la ignorancia es muy atrevida y, como sobre lo que hoy escribo, soy un ignorante… “yo… sí sé que no sé nada”; y en lo poco que puedo saber, me asiento en la duda como “principio de la sabiduría” (dubium sapientiae initium). Y “si no digo gran cosa, es porque nada tengo que decir”. En cuatro líneas he necesitado tres cerillas para orientarme en mi camino: Sócrates, Descartes y Pessoa.
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