Como miembros de los denominados países desarrollados hemos alcanzado tal nivel de prosperidad que nos estamos convirtiendo en auténticos expertos en materia de ocio, cultura y los viajes. Situación que, pese a las diferentes crisis, se ha ido consolidando con el paso del tiempo.
Esta realidad resulta de las “vivencias indolentes a la vez que aventureras”de una clase adinerada y burguesa que, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, podían permitirse ciertos placeres. Su posterior socialización nos facilita el acceso a un ocio y entretenimiento mucho más próximos y reconocidos.
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